viernes, 27 de marzo de 2009

Leonel, Optimista o Desconectado? (Parte 2)

En esta ocasión presento comentarios sobre la posición de Leonel Fernández con relación a la crisis económica que afecta a la República Dominicana.

Después de analizar rigurosamente los datos macroeconómicos he llegado a la conclusión de que Leonel Fernández está totalmente desconectado de la realidad. Su posición presentada en el discurso del 27 de Febrero revela que no está en capacidad de tomar las medidas necesarias para reducir la crisis económica.

Leonel: Optimista o desconectado?

En esta ocasión presento comentarios sobre la posición de Leonel Fernández con relación a la crisis económica que afecta a la República Dominicana.

Después de analizar rigurosamente los datos macroeconómicos he llegado a la conclusión de que Leonel Fernández está totalmente desconectado de la realidad. Su posición presentada en el discurso del 27 de Febrero revela que no está en capacidad de tomar las medidas necesarias para reducir la crisis económica.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La negación de la realidad

El Gobierno Dominicano se encuentra en un proceso de negación de la realidad que agobia a los ciudadanos. El desempleo, el menor nivel de ingresos, el alto costo de la vida, la inseguridad, la corrupción administrativa, el desastroso servicio de educación pública y la deprimente salud pública son realidades que el gobierno trata de ocultar mediante la negación.
Cada día que transcurre se registra un aumento del desempleo en el país. Las empresas de zonas francas continúan su acelerada desaparición, despidiendo a miles de dominicanos. La industria local se encuentra en un franco deterioro de su flujo de efectivo que le impide mantener el mismo nivel de trabajadores. Los hoteles comienzan a despedir personal. Las empresas de electricidad han decidido recortar su nómina, enviando parte de sus operaciones de control financiero al exterior. En fin, que René, Francisco, Pedro, Luisa y Carmen han perdido su trabajo y el gobierno se niega a aceptar esa realidad.
Los hogares dominicanos sufren un estrepitoso descenso de sus ingresos. El padre o la madre han perdido el empleo. Ya no pueden pagar el préstamo del automóvil o del apartamento. Se decide vender el automóvil. Comienzan las restricciones: los fines de semana ya no hay cena fuera de la casa, la pizza semanal es un lujo, y el adolescente o joven universitario tiene problemas para encontrar el pasaje para irse en un carrito de concho o en un motor. La gente se está empobreciendo y el gobierno no hace nada para enfrentar esa realidad.
El alto costo de la vida devora rápidamente el magro ingreso de los hogares. En su discurso del 27 de Febrero, el presidente Fernández no tuvo el coraje de comparar los precios actuales con los precios de agosto de 2004. Si lo hubiese hecho hubiera comprendido el por qué la gente siente que los supermercados, colmados y mercados son lugares de tortura para las mujeres dominicanas. Lamentablemente, el gobierno, en vez de reducir los impuestos para promover la disminución de los precios de los artículos de primera necesidad, lo que hace es negar la realidad y preparar una nueva reforma tributaria que elevaría los impuestos a las gasolinas, al gas de cocinar, a los cheques y a los intereses, entre otras medidas. ¡Qué barbaridad!
La población de los barrios sufre doblemente las consecuencias de la inseguridad ciudadana. Por una parte, es víctima de los robos provocados por los delincuentes. Y, por otra parte, los habitantes de los barrios son los que ponen los muertos que se registran en los intercambios de disparos. Es penoso que la única salida que tengan los organismos de orden y seguridad pública sea la muerte. Yo prefería crear las condiciones para que en los barrios se establecieran empresas que empleen a sus habitantes. La muerte de un joven, que es delincuente porque no encuentra un trabajo, es una arritmia que debe desaparecer.
La corrupción administrativa ha llegado a niveles inimaginables. El Foro Económico Mundial afirma que de 134 países evaluados la República Dominicana ocupa el lugar número 127 en la escala de corrupción. Asimismo, el tráfico de influencia es nauseabundo. De 134 países analizados, la nación dominicana ocupa el lugar 132 entre los países con mayor tráfico de influencias. No cabe duda de que el caso SunLand es sólo uno de muchos eventos de corrupción administrativa.
El despilfarro de los recursos públicos no se puede ocultar. De 134 países evaluados, el Gobierno Dominicano se coloca en el lugar 131 entre los más derrochadores. La pomposidad de este gobierno no tiene parangón. Este gobierno gasta libremente miles de millones de pesos que debería invertir en educación pública -especialmente en la educación inicial- y en el establecimiento de un verdadero sistema de salud estatal. Lamentablemente, lo que existe en el país es un gobierno que se siente tranquilo negando la realidad.