Las comunidades de esos barrios se caracterizan por un bajo nivel de ingresos y una elevada incidencia de la pobreza.
El grado de integración comercial y económica con las zonas geográficas de mayor nivel de ingreso es escaso.
Existe una elevada tasa de mortalidad empresarial y elevado desempleo.
La tasa de crecimiento de su ingreso es considerablemente inferior al del resto de las comunidades del Distrito Nacional.
Existe una tendencia a la divergencia entre el ingreso promedio de los barrios pobres y más ricos.
La desigualdad de ingresos y oportunidades es cada día mayor.
La pobreza se transmite intergeneracionalmente.
El proceso de acumulación de capital humano –basado en años de escolaridad y condiciones de salud- es extremadamente lento.
La productividad de la mano de obra es muy baja.
El retorno del capital es elevado, pero al corregir por el nivel de riesgo podría situarse en niveles negativos.
El proceso de acumulación de capital físico es difícil y muy riesgoso. La restricción al acceso al crédito produce que muchas veces la acumulación inicial de capital se fundamente en actividades ilícitas.
La escasa oferta de servicios públicos –educación, salud, infraestructura física, seguridad ciudadana, electricidad, agua- reduce el ritmo de acumulación de capital humano y físico.
Las instituciones son débiles. El régimen de propiedad es inapropiado. La justicia inexistente y las sanciones se aplican dentro del mismo barrio (e.g., intercambios de disparos o ajustes de cuenta). No existe un régimen adecuado de cumplimiento de contratos.